Bosquejar un plan de vida falla
cuando llega la muerte.
Bajo la primicia descrita, uno parte
infaliblemente de la ausencia.
Del “alguien” que dejó de ser,
que ya no está, que no respira, que no ríe que no habla.
Han sido días ciegos, tácitos. Hay
tormenta al interior de este otoño. Llorar como muñeca fea: “escondida por los rincones”, de momento, ha
sido liberador.
En el fondo me digo: no es solo
la pérdida física de mis seres excepcionales, de mis personas predilectas, de mis afectos amados: Aquellos con los que naciste
y te regalaron besos, historias; los que te consolaban o te enseñaron a leer y
a escribir… con los que compartiste ideales, viajes, paseos, días de campo,
fogatas, libros, poemas…frustraciones, rodillas raspadas, exámenes reprobados, bailables y cantos...
Siendo incluyente con el animal
que llevas dentro, coses el pañuelo negro que irá sobre tu corazón desjugado,
drenado...
La retentiva es punzante. Es
lapidaria. La erosión de la que fuiste, jadeante y repleta “in love”, esa que
ahora no eres, que enfermó, y va con el dolor de lo que se ha muerto dentro de
ella.
No es la pérdida física -temida
tan angustiosamente-. Es el espeluznante silencio entre dos que no se
entienden, no se miran, no se recuerdan.
1 comentario:
PRECIOSO,ME ENCANTO UN BESO AMI LIBRO DE CAMA,FANTASTICO.
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