viernes, 17 de enero de 2014

Sobre otras bravuras...

Como super héroe -en los indisolubles días  de labor-,  hago colecta de mi voluntad imperiosa.  
6:00 am despertador. Brinco de mis edredones calientitos, sacudo de golpe el cuerpo. Instalo los pies en los crocs,  primera fricción: despabilarme...
Me voy a tientas del cuarto, tomo la bata, un cigarro, el encendedor. Dejo la bata sobre el lavabo, fumo, me desvisto temblorosa, me meto a la regadera. 
Patina el agua y también la canción en turno con la que amanezco cada día: se desvanece.
Entran los ruidos de los vecinos, otras regaderas, otras cocinas, otras luces en el frío amanecer. 
Pongo la bata, amarro mi pelo a la toalla. Salir del baño requiere bravura: el pequeño trayecto hasta la recámara es un duelo.
Enciendo la luz y veo a los gatos acurrucados en la piecera, los minutos avanzan y con ellos la prisa, mi cerebro entra en conflicto: “…¿qué ponerme para romper el viento helado?”,” Debo comprar croquetas para los gatos”, “Chin! No he lavado ropa, le tendré que robar unas cacetas al Gaviero…” “¿Seguirá molesta mi hermana conmigo?” “Tengo que hacer las comisiones de los vendedores…” “qué bien se me  ven la uñas con el nuevo barniz…” “ qué pinche heladez carajo!...”

Me visto en breve, me maquillo en breve, me perfumo en breve…
Maqroll ya se ha despertado, se ha enchamarrado, ha ido a la panadería y dispone mi desayuno-lunch-almuerzo en la cocina: “Ya están Neni, tus hojaldras; que tengas buen día, te amo…!”

Los gatos me miran soñolientos, bostezan. También los beso. Salgo diligente con bolsa en mano, tarjeta de metro bus, lonchera, llaves… Un último vistazo en el espejo. Acomodo la chalina, alboroto los chinos, aprieto el abrigo.

Bajo escaleras, abro la puerta y ya en la calle, camino en la complacencia de ser una mujer vital, amorosa, valiente, pero sobre todo guapa!