miércoles, 19 de noviembre de 2014

Tinto-azul...

Con sol abrazante, llegué al terruño. La libertad en el viento azuloso y sus nubes arrebujadas…
Contrayendo la mirada distinguí el coche de papá, apagué el cigarro tomando mi maleta. Mamá me buscaba dentro de la estación, hasta que topamos y juntas subimos al auto.
Rock sesentero en el estéreo... la memoria me hizo tener menos 25; sonreír y tararear el estribillo…
Velozmente los ojos escrutaban referencias de casas, negocios e incluso calles que ya no existen. ¿Cuándo desfiló la adolescencia y la juventud? La niña de preparatoria hoy redescubría el tiempo con adultez…
Llegando a casa el recorrido amoroso por la cantera, la piedra, enredaderas y flores…la memoria peldaño a peldaño.
El olfato hasta el “huele de noche”… la ventana de mi antigua habitación.
Todo en su fresco orden, el comedor, la sala, la chimenea. La terraza y su mullido jardín.
Una sonrisa de mi sobrino y su trepidar por todos los humores en un breve gesto.
La acogida de mi hermano, fortaleza en sus brazos rodeando mi desazón.

Cervezas en el centro, el cantador, las regocijantes fuentes. Luces de Catedral: fuegos artificiales, incontables cigarros... Noche, día: imperturbabilidad y oído de mi hermana… Cumpleaños de mamá, asado en el jardín... música, pastel de chocolate, tinto de verano en otoño.

Mi voz en las penumbras…
Nunca abandonarse a sí misma.

Un festín para el corazón que se lame, se remienda, se quiere.

Manjar para el futuro.... 
una botella de tinto-azul, 
atajando el sendero, 
bajo una misma luna.





martes, 11 de noviembre de 2014

Señuelo

Señuelo...
Ballesta encriptada
El Cuarto en crepúsculo.

Te afilaste a mi memoria. Archivo perdido hacía 25 años; con claroscuros, rojos temblorosos, tabaco y Caribe cooler.

Así, en un péndulo privado, tu envés desnudo… Cabello atornillado, circulando a tropiezos por la habitación. De tu beso el amor que ascendió pechos, caderas, muslos y manos; tus manos dilatadas con las mías. En la cumbre logré sabernos con ojos muy abiertos, sigilosas palabritas, risas alteradas, miedos subyugados al botín del otro, al hallazgo de ambos.

Después de tu voz, he ido urdiendo remotamente los que fuimos…
Poesía… cartas firmadas por una creciente Marfila.

Caminatas diurnas, fogatas-velas, libros, música... incandescencia, vagabundaje, hambruna precoz.
Hoy que ando en mis otras rutas, vuelves de otros ríos a mi cuenca.
Tu mirada a través de la luna: palabras arqueadas, emotivas, sonrientes…

Tu, el que ahora eres… el que se anida pronto en mi corazón. El que fue y que ahora vuelve y trepa por mi cuello hasta el lunar derecho de mi mejilla; el que ya me ha sustraído el otro beso, el que sin preguntas, me observa en el silencio.





martes, 4 de noviembre de 2014

El complejo arte de amar / desamar....



Destino, pedazo de mierda!
Lo confronto echando un vistazo al espejo por las mañanas y noches... en los sueños al alba. A través del tragaluz del metro o de las ventanas micro-bus... Desespero como cría dando resbalones al casi invierno de las cosas. No hay abrigo ni frazada que erradique el escarchado ejército que se filtra en los quicios de mi mórbido corazón.
El discurso recurrente:
¿Cuándo llegué al último peldaño de la historia más bella y espontánea que tuve? ¿cómo fue que mirar abajo dio vértigo y horror? ¿dónde nació el desencanto, la decadencia y el dolor? ¿en qué estación nos perdimos, nos excluimos, nos renunciamos?
En el borde del barandal me aferro de soslayo  intento que no me mires, que no me descubras, que no me roces… de pronto eres el extraño, el intruso, el extranjero….
Yo soy la duende-hada que no consigue colorear el arcoíris, que no puede hacerse a la mar, que se trozó plumas, alas y cola…. Ni sirena, ni pájaro, ni libélula….
Desamor, carajo, desamor!
En seguida de la imperiosa y kilométrica lucha, me dejo ir en balsa vikinga, esperando el ocaso: Derramar el postrero fuego sobre el cuerpo que fue tuyo. El adiós para sellar con ceniza, polvo, lo que ya no es nuestro.
Así, solemnemente incendiar todo lo tuyo y mío… hacer temblar el mundo, sofocar de buena vez el contorno.
La escalera que subí contigo, será clausurada… nadie en sano juicio querrá treparla. Una historia que ha sido, debe archivarse en su cofre con todo y retratos. 
Seré pirata otra vez, zarpando de cualquier puerto, haré el mapa enterrando el tesoro, de aquellos que fuimos.



lunes, 3 de noviembre de 2014