martes, 4 de febrero de 2014

Atchú!

Después de un nubarrón de fin de semana, donde se argamasa el desvío, la malquerencia; la rabia se hace presente y disipa la poca paciencia que se tiene.
Remolcando las palabras, el llanto, la frustración, uno se queda balbuceando  en los peores lugares imaginados. Un piso de cocina por ejemplo.
Así, con un rollo de papel en la mano, el sollozo en la garganta y el absurdo canto de los pájaros; gotea el sentimiento más puro, sincero.  
De una discusión pequeña, inofensiva, se revelan las verdades más feroces.
La realidad ha roído un tanto del corazón.

En el descuido de posar el cuerpo en el lugar más frío, con las peores verdades, y la terrible sacudida, es que uno pesca los resfriados.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente! este si es para enmarcarlo.
Rubencinsky

Marenfilo dijo...

Gracias Rubencinsky.
Duele, solo eso.